A los compañeros y compañeras con losque compartí el hospedaje que nos brindaron los Capuchinos de Sarrià durantetres hermosos días de marzo de 1966.
Amigos ya lo véis, pasan los años
y parece que ahora
sigan las cosas como el primer día.
y parece que ahora
sigan las cosas como el primer día.
Nos hemos reunido ciertas veces
en extraños cafés,
en tu casa, en la mía,
hemos charlado largamente,
redactado pasquines hasta el alba,
discutido el problema...
y siempre nos decimos que esto acaba,
que no puede durar;
y muchos hemos apostado cenas, no sé dinero,
a que antes de fin de año algo sucede
y siempre hemos perdido.
en extraños cafés,
en tu casa, en la mía,
hemos charlado largamente,
redactado pasquines hasta el alba,
discutido el problema...
y siempre nos decimos que esto acaba,
que no puede durar;
y muchos hemos apostado cenas, no sé dinero,
a que antes de fin de año algo sucede
y siempre hemos perdido.
Así, sin darnos cuenta,
entre reunión y papeleo oscuro,
entre miedo y registros y porfía,
hemos envejecido poco a poco,
pasando de la calle a la oficina,
del calabozo al fútbol
y de la espera a la melancolía.
entre reunión y papeleo oscuro,
entre miedo y registros y porfía,
hemos envejecido poco a poco,
pasando de la calle a la oficina,
del calabozo al fútbol
y de la espera a la melancolía.
Y sin embargo os digo que tenemos razón
y que vale la pena continuar,
porque algo está ocurriendo,
algo ha cambiado en este espeso ambiente:
y que vale la pena continuar,
porque algo está ocurriendo,
algo ha cambiado en este espeso ambiente:
ellos están cansados,
también están cansados,
gritan y cantan para no admitirlo,
mas sus camisas mudan de color
y duermen mal
y toman pastillas,
ponen dinero en Berna o en Manila
y no saben, no saben que el peligro
está cerca, muy cerca,
no en Cuba ni en Angola
sinó en su casa, en medio de sus hijos,
en sus despachos y hasta en las iglesias,
porque el mundo camina
con el paso implacable de hombres como vosotros
que creen en la vida y que por eso
mueven el mundo sin pegar un tiro
mientras sea posible...
o bien pegándolo.
también están cansados,
gritan y cantan para no admitirlo,
mas sus camisas mudan de color
y duermen mal
y toman pastillas,
ponen dinero en Berna o en Manila
y no saben, no saben que el peligro
está cerca, muy cerca,
no en Cuba ni en Angola
sinó en su casa, en medio de sus hijos,
en sus despachos y hasta en las iglesias,
porque el mundo camina
con el paso implacable de hombres como vosotros
que creen en la vida y que por eso
mueven el mundo sin pegar un tiro
mientras sea posible...
o bien pegándolo.
Juan Goytisolo
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